Autor: Patricio Altamirano (Subcomandante), EPLN-BA, Santiago de Chile, 29 de agosto de 2025.
Motivación Personal: Un Acto de Resistencia Cultural
Le pido paciencia y comprensión ante mi «locura temporal» de creerme el Subcomandante Altamirano. Es mi forma de sobrevivir en un presente donde la izquierda chilena ha perdido la nobleza de sus raíces, ya sean allendistas, miristas, del Frente Patriótico o del Movimiento Juvenil Lautaro. Me he refugiado en estas «ínsulas» de pensamiento, y el hecho de invitarlos a un restaurante de «cultura huachaca» para pedirles su colaboración es un acto de total coherencia, ya que, como izquierda, solo nos podemos financiar entre nosotros mismos.
Es mi intento de conciliar la nobleza de un pasado heroico con el pragmatismo de la izquierda neoliberal actual. Un presente lleno de desafíos que solo puede ser enfrentado de una manera quijotesca. Por eso, en septiembre, los invito a gritar ¡Viva Miguel de Cervantes! El necio Miguel de Cervantes ha trascendido a su propia época, siendo el arquetipo de un intelectual de izquierda que, al igual que nuestros ideales, murió en la miseria, según la amarga pero certera definición de Silvio Rodríguez.
La Dualidad de la Lucha y el Intelecto
Cervantes, con su astucia genial de «Sancho», logra salvar al «Quijote». A pesar de su locura temporal, Alonso Quijano se recupera en su lecho de muerte, recobrando la cordura, y renuncia a ser Don Quijote de la Mancha, arrepintiéndose de sus locuras.
Por mi parte, les digo con la voz de Édith Piaf en la letra de Michel Vaucaire y la música de Charles Dumont, que, frente a mi «locura temporal» y a todo lo hecho y obrado, «no me arrepiento de nada»:
No, yo no me arrepiento de nada.
¡Ni lo bueno que me han hecho, ni lo malo, eso me da igual!
Eso está pagado, barrido, olvidado.
¡Me importa un bledo el pasado!
Con mis recuerdos he encendido el fuego.
Mis tristezas, mis placeres, ya no los necesito.
Barrer los amores con sus dudas.
Barrer para siempre.
Comienzo de cero.
El Voto Nulo y la Resistencia Personal
No me pidan que vote por [Daniel] Jara, ni por [Guillermo] Teillier, ni por [Eduardo] Artés, que sigue la senda del «rey de las Pymes electorales» que es don [Marco Enríquez-Ominami].
Votaré nulo, y no me arrepiento de nada. A pesar de las caras largas de mis amigos más cercanos, que no logran convencerme de lo contrario, solo puedo decirles: «no me arrepiento de nada».
A mi regreso al piso 7, de Ahumada 48, pondré carteles que digan «No me arrepiento de nada; Voto Nulo», y lanzaré un desafío: «¿Quiénes son los verdaderos estúpidos?» Se los doy firmado.
He sublimado mi rabia histórica al crear este personaje, y he sobrevivido gracias a ello. Ahora, en función de evitar ser un nuevo caso de la compleja aplicación de la Ley Karin, resisto a ser un nuevo caso de suicidio a través de mi personaje el Subcomandante Altamirano.
Mis contrincantes pueden crear sus propios personajes, sobre todo porque así aportamos a la producción literaria del país, que es una de las tareas más importantes del MINISTERIO DE LAS CULTURAS, LAS ARTES Y EL PATRIMONIO. En esa lógica, ellos pueden crear a: «Comandante Keller», «Comandante Pinto», «Comandante Frente Amplio», «Comandante Socialismo Democrático», «Comandante González». Todos ellos pueden ejercer un juicio en contra de mi domicilio laboral, que es: Ahumada 48, piso 7, Santiago de Chile, Chile, Continente de América, Planeta Tierra, Vía Láctea, Sistema Solar, Brazo de Orión, Supercúmulo de Virgo, Universo Observable, Cosmos.
Si estoy con licencia médica no es porque la haya comprado, la obtuve gratis en la mutual de seguridad. Algunos de mis contrincantes también pueden ir a constatar lesiones si se sienten agredidos por mis palabras escritas, así la mutual iniciará una investigación médica sobre mis posibles agresiones.
La Formación y la Rebeldía
A mis 59 años me vienen a convidar a arrepentirme, me vienen a convidar a que no pierda, me vienen a convidar a indefinirme, me vienen a convidar a tanta mierda. Dicen que pasó de moda la locura. Dicen que la gente es mala y que no se merecen mis acciones. Dicen que cuando Kast llegue todo se vendrá abajo. Dicen que me arrastrarán por sobre rocas. Que machacarán mis manos y mi boca. Que me arrancarán los ojos y el de abajo. Que me secuestrarán como a Julia Chñil, que me aplicarán la ley de seguridad como a Héctor Llaitul.
Que me pondrán una anotación de mérito, ya llevo dos de ellas, que me harán un sumario, ya llevo tres en mi contra.
Más yo seguiré soñando travesuras (acaso multiplicar panes y peces). Yo quiero seguir jugando a lo perdido, yo quiero ser a la zurda más que diestro, yo quiero hacer un congreso del unido, yo quiero rezar a fondo un «hijo nuestro».
Reconozco que mi lectura de El Quijote fue un acto obligatorio, y en contra de mi voluntad, en el glorioso Instituto Nacional José Miguel Carrera. En un curso matemático, en 3°y 4° cuando se podia optar por ser Humanista y Científico, se fijó una prueba de alternativa de Castellano, que contrastaba con la de los cursos humanistas, que era de desarrollo. Aun así, mis clases de Castellano en el Instituto Nacional, en 1° y 2° fueron unas de las más interesantes que he vivido. Aunque he olvidado el nombre de mi profesor, él ha trascendido, y su estilo para comprender los libros es parte de un enfoque refinadamente ilustrado.
Sume a esto la formación en la nobleza, en la hazaña, en la lucha, de José Miguel Carrera, que me entregó ese «Instituto Nacional José Miguel Carrera», y la lectura de los libros que escribío él.
Sume a esto la Sociología en la extinta Universidad Arcis. Sume y siga.
Soy rebelde porque el mundo me ha hecho así, siguiendo a la camarada Jeanette Anne Dimech (Londres, 1951), con su balada en español. Su voz dulce y etérea, y su estilo melancólico la convirtieron en un fenómeno en la década de 1970. Su letr de «Sopy Rebelde» representaba un individualismo de resistencia cultural frente a un mundo que la ha moldeado de esa manera.
El Quijote y el Anhelo de un Nuevo Cid
La obra de Miguel de Cervantes es un reflejo sociológico de la crisis de la España del Siglo de Oro. Cervantes, un hidalgo empobrecido, sublimó su propia precariedad al crear a Alonso Quijano. Este hidalgo de clase media, obsesionado con las novelas de caballería, cae en la locura y se transforma en Don Quijote de la Mancha. A través de él, Cervantes anhela la gloria y el honor de héroes del pasado como Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador. El Cid, líder militar del siglo XI, se forjó su destino al conquistar Valencia y establecer su señorío. La «ínsula» que Don Quijote promete a Sancho Panza es un eco de esa hazaña histórica, aunque en el caso de Sancho, la aspiración es puramente materialista.
Diversos académicos han utilizado a El Cid como punto de referencia para analizar la decadencia reflejada en El Quijote, ya que su figura representa un ideal de heroísmo y acción que se perdió en el siglo XVII.
• José Ortega y Gasset ve en El Cid la encarnación del «ser» español, un individuo que se construye a sí mismo a través de la acción y la lealtad. Para él, Don Quijote es una parodia de este ideal, buscando replicarlo en un mundo que ya no lo permite, lo que evidencia una pérdida de identidad nacional.
• Ramiro de Maeztu considera a El Cid el símbolo del espíritu español en su apogeo, un líder que combinaba fe, honor y astucia militar. En su visión, la nobleza del siglo XVII había abandonado este ideal, optando por la ociosidad. Por lo tanto, Don Quijote es la parodia de ese ideal caballeresco que la España de su tiempo ya no podía encarnar.
• Amando de Miguel utiliza a El Cid como un contraste sociológico. Mientras que la obtención de un señorío fue una realidad para El Cid, la «ínsula» de Sancho Panza es solo un sueño. Este contraste entre el logro histórico y el anhelo del personaje subraya el desengaño social que Amando de Miguel identifica en la obra.
La Dualidad de la Nobleza y su Decadencia
El conflicto central de El Quijote radica en la tensión entre el idealismo y la realidad, una dicotomía que Cervantes representa a través de sus personajes:
• Don Quijote encarna el espíritu «quijotesco» de una nobleza que valora la gloria y la aventura, un ideal forjado durante la Reconquista y la larga lucha contra los musulmanes en la península ibérica.
• Sancho Panza personifica la mentalidad «sanchopancesca», un pragmatismo enfocado en la riqueza material y el linaje.
Esta dualidad fue complementaria en la historia de España, como lo ejemplifican los Reyes Católicos, que fueron «quijotes» al expandir su reino y «sanchos» al usar la diplomacia para consolidar su poder.
Sin embargo, en el siglo XVII, esta dualidad se rompió. La nobleza se inclinó por el oro fácil de América, lo que generó una dependencia y una falta de productividad que se volverían fatales para el imperio a largo plazo.
Símbolo de Transición y Desengaño
La derrota de la Armada Invencible en 1588 no fue la causa del declive español, sino la manifestación de que el modelo de «fe y conquista» había sido superado por el modelo más pragmático y capitalista de Inglaterra. Los ingleses lograron una combinación más exitosa de la audacia «quijotesca» con el pragmatismo «sanchopancesco», sentando las bases de su propia vía al capitalismo a través de la producción agraria y la innovación.
Esta tensión entre el pasado idealista y un presente pragmático es el núcleo de la obra de Cervantes. Los personajes de la segunda parte de la novela, que ya han leído la primera, experimentan esta misma tensión al confrontar el idealismo de Don Quijote con la realidad de su propio mundo. Por lo tanto, El Quijote no es solo una parodia de los libros de caballería, sino un espejo de la profunda crisis de identidad de la España de su tiempo.
La Crítica de Cervantes a la Imposibilidad de una Revolución Agraria en la España Medieval
La novela de Cervantes muestra la imposibilidad de Alonso Quijano de reconstruir el modelo de El Cid. A diferencia de los ideales caballerescos que lo inspiraban, la aristocracia castellana de su época se vio impedida de impulsar una revolución agraria. La afluencia del oro americano, en lugar de fomentar la productividad, generó una dependencia que debilitó la economía interna. Este contraste es evidente al compararlo con la obra de Shakespeare y la historia de Inglaterra, donde la aristocracia, a pesar de sus conquistas, logró sentar las bases de una revolución agraria que impulsó su propio camino hacia un capitalismo moderno revolucionario. La España de Cervantes, en cambio, se vio estancada, sucumbiendo al metal precioso y perdiendo el impulso productivo que habría asegurado su futuro.
El Quijote vs. Shakespeare: Dos Espejos de una Época
No existe evidencia de que José Ortega y Gasset, Ramiro de Maeztu o Amando de Miguel hicieran un contrapunto directo entre las obras de Cervantes y Shakespeare en sus análisis. Sin embargo, la comparación es reveladora. La obra de Cervantes, con su visión trágica y satírica, es un reflejo de una España que se desvanece, donde el ideal ya no tiene cabida. En contraste, las obras de Shakespeare, a menudo, exploran la astucia y las ambiciones de un nuevo orden emergente en Inglaterra, un país que estaba sentando las bases de su futuro poderío.
Esta diferencia de enfoque subraya la divergencia entre los destinos de ambas naciones. Cervantes describe las ideas de una nobleza que, sumida en el Siglo de Oro, permitió un capitalismo moderno dependiente del capital inglés, manteniendo la monarquía española. Por otro lado, la literatura inglesa refleja la mentalidad de actores que, a pesar de sus conflictos internos, lograron una revolución agraria que impulsó un capitalismo moderno revolucionario, manteniendo la monarquía inglesa y asegurando su posición como una potencia mundial.
Interesante comparación de la involución de España en la cuna del ocio alimentado.por el aureo metal que sumerge el idealismo y por su contraparte, el afán de superación acunado en la necesidad por parte de Inglaterra. Ambos imperios sanguinarios especialmente te el último que masacró Naciones en cierres en el Norte de América.