La Estrategia de la Ultraderecha en la Revolución Francesa
En el contexto de la Revolución Francesa, la ultraderecha observó pacientemente el desgaste de los grupos revolucionarios: los girondinos y los jacobinos. Las luchas internas entre estas facciones debilitaron la estabilidad del país, creando una oportunidad para que la ultraderecha, representada por la antigua nobleza, se posicionara como la única alternativa para restaurar el orden. Su estrategia fue clave: se unieron a la figura de Napoleón Bonaparte, quien, al coronarse emperador, restauró un régimen monárquico con el que la antigua nobleza logró consolidar su influencia. De esta manera, se entrelazaron los intereses de la nobleza borbónica con la nueva nobleza bonapartista, conformando una nueva élite que mantuvo el poder y sus privilegios.
El Mismo Guion en Bolivia
De manera similar, en Bolivia, la ultraderecha ha implementado una estrategia de desgaste aprovechando la fractura interna entre el «girondino» Luis Arce y el «jacobino» Evo Morales. La ultraderecha boliviana está acumulando fuerza por dos vías:
1. Desde afuera: A través de la no participación política, capitalizando el descontento que se refleja en los votos en blanco y la abstención. Del padrón electoral de 7.937.138 votantes, hubo una abstención de 1.473.095 personas (18,5%). Además, se sumaron 158.270 votos blancos, que, según la legislación vigente, son considerados inválidos. Juntos, la abstención y los votos blancos totalizan 1.631.365 personas, lo que representa un notable 20,5% del padrón electoral. Esta cifra demuestra que, de cada 5 electores, 1 no se sintió representado por ninguna opción política. El grupo de votantes que no apoyó a nadie superó la votación de Rodrigo Paz (1.625.882) y Jorge «Tuto» Quiroga (1.356.370).
2. Desde adentro: Impulsando candidaturas propias que buscan minar la base electoral del movimiento de Morales-Arce. Desde la lógica del símil francés, los candidatos Paz y Quiroga pueden ser vistos como la «ultraderecha» en la medida en que sus programas y posturas políticas representan una reacción y un quiebre total con la «Revolución de las Mayorías». El triunfo de la ultraderecha en la primera vuelta no se basó en la fuerza de sus propias ideas, sino en el colapso de sus oponentes, debilitados por la pugna interna.
Esta estrategia dual busca generar una crisis política que les permita presentarse como la única fuerza capaz de «salvar» a la nación de la inestabilidad. Sin embargo, no logran captar más del 50% del padrón electoral, lo que limita su capacidad para consolidar una hegemonía.
La Resistencia de la «Revolución Boliviana»
La «Revolución Boliviana» también ha definido sus liderazgos a pesar de la disputa interna. La primera vuelta presidencial mostró las siguientes dinámicas:
• El voto nulo, capitalizado por Evo Morales, alcanzó 1.252.449 votos, superando la votación de su principal rival interno, el «girondino» Eduardo del Castillo, que apenas obtuvo 159.769 votos. También superó a la disidencia interna, representada por Andrónico Rodríguez (415.611), lo que demuestra un liderazgo irrefutable de Morales.
• Sumados, todos los votos a favor de la «Revolución Boliviana», contabilizando los votos por sus distintos candidatos y el voto nulo capitalizado, llegan a 1.827.829. Esta cifra supera con creces la votación de los candidatos de la ultraderecha, Rodrigo Paz (1.625.882) y Jorge «Tuto» Quiroga (1.356.370). Este dato indica que, de no haber existido la división, una segunda vuelta entre un candidato del MAS y la ultraderecha hubiera sido inevitable.
El Voto Nulo como Resistencia Revolucionaria en la Segunda Vuelta
La facción de Evo Morales se reveló como una expresión jacobina radical, pero incapaz de forjar alianzas con su ex aliado, el «jacobino moderado» Luis Arce, ni con la disidencia interna. Ante esta falta de cohesión, optó por una estrategia de desgaste desde afuera, manifestada en el llamado al voto nulo. Este llamado, que según la legislación vigente es un voto inválido, fue un reflejo de su intransigencia, buscando deslegitimar el proceso en vez de unirse a alguna facción del MAS para evitar el retorno de la ultraderecha.
Para consolidar el voto nulo como una verdadera fuerza de resistencia, debe ser capaz de captar no solo las votaciones de los «girondinos» (Eduardo del Castillo) y los «jacobinos» (Rodríguez), sino que, lo más importante, debe sumar a los electores que se abstienen. Si el voto nulo logra representar más del 51% del padrón, podría deslegitimar cualquier posible triunfo de Paz o Quiroga. A la espera de la inmensa votación nula en Bolivia, este voto se perfila como una fuerza decisiva.
Santiago de Chile, 21 de agosto del año 2025
Fraternalmente
Patricio Altamirano Arancibia
Subcomandante
Ejército Pacifista de Liberación Nacional Beatriz Allende (EPLN-BA)