Santiago de Chile, 28 de julio
Patricio Altamirano Arancibia
La serie «Chespirito: sin querer queriendo», escrita por Roberto Gómez Fernández, hijo de Roberto Gómez Bolaños, presenta la perspectiva de sus descendientes sobre la vida de su padre. De manera magistral, la producción muestra cómo Graciela Fernández fue inicialmente quien impulsó al genial libretista Roberto Gómez Bolaños. Esto permitió que, posteriormente, él fuera teledirigido por las familias empresariales Azcárraga y Garza, que se fusionaron en el año 1973 dando origen a la actual Televisa. El modelaje de la vida de Gómez Bolaños fue continuado por su segunda esposa, Florinda Meza García, con quien pasó sus últimos días.
Una persona pusilánime es aquella que carece del valor para tomar decisiones sobre su propio destino y que permite que otros las tomen por ella. Graciela Fernández fue quien decidió que Roberto Gómez Bolaños sería un gran libretista. Cuando ella percibió que su familia era un obstáculo para el crecimiento de Roberto Gómez Bolaños, se separó de él e informó de su decisión a sus hijos. Florinda Meza García juzgaba la indecisión y la cobardía de Roberto Gómez Bolaños al no querer separarse de Graciela Fernández.
En la serie se percibe cómo las familias empresariales Azcárraga y Garza son las que deciden la vida de Roberto Gómez Bolaños, porque su trabajo siempre fue más importante que su familia y que sus hijos. Para él, el aplauso del público valía más que estar con su familia. Por eso eligió a Florinda Meza García, porque le fue funcional: ella siempre estaba con él en el trabajo. La vida familiar se reducía; no hubo más hijos, él se había operado para no procrear.
Roberto Gómez Bolaños vivió siempre «sin querer queriendo», sin tomar grandes decisiones, siempre tomadas por sus acompañantes: su mujer y las familias empresariales Azcárraga y Garza.
Roberto Gómez Bolaños tuvo que sacrificar a su familia, expulsar a sus hijos de su vida, para llegar adonde llegó. Al final de la serie, se muestra a un Gómez Bolaños fascinado por el aplauso, junto a recuerdos de momentos familiares que abandonó, lo que presenta un final muy contradictorio.
Los personajes y la visión social de Gómez Bolaños
Los personajes creados por Roberto Gómez Bolaños están construidos desde las vivencias de los sectores populares de México, desde su vértice más empobrecido. «El Chavo del 8» permite una caracterización genial, con una muy rápida identificación en toda América Latina. Roberto Gómez Bolaños, a través de sus personajes, perpetúa la pobreza: sobre ella se ríe, se bromea, se puede ironizar, más nunca se puede salir de ella, porque «El Chavo del 8» siempre vive en el barril. Nunca se hace nada para que algo cambie; todos los personajes son socialmente estáticos. Para Gómez Bolaños, se podía ser un «rojo» como el Chapulín Colorado, pero nunca un comunista.
Los guiones de Roberto Gómez Bolaños fueron funcionales para las familias empresariales Azcárraga y Garza, porque los enriquecieron y, a la vez, hicieron que los sectores populares se conformaran con ser como sus personajes: que viven calmadamente su pobreza, sin mayor sobresalto y sin ninguna rebelión. Los pobres serían una casta sin movilidad, gobernada por la casta dominante que dirige todo; en su caso, él fue dirigido por las castas Azcárraga y Garza.
En sus guiones, se perpetúa una sociedad de castas que se mantiene inmóvil en el tiempo. Esta posición política inspira el libreto de la serie, y la prensa que la comenta invisibiliza de manera genial la opción política de Gómez Bolaños. Al ser consultado sobre qué presidente de México admiraba, él mencionó a Gustavo Díaz Ordaz Bolaños, presidente de México entre los años 1964 y 1970; a Salinas de Gortari; y a Vicente Fox. Simpatizó con el Partido Acción Nacional y fue crítico de Andrés Manuel López Obrador. Siempre tuvo una postura de derecha.
Roberto Gómez Bolaños admiraba la presidencia de su tío Gustavo Díaz Ordaz Bolaños, quien fue responsable de la represión al movimiento estudiantil de 1968 y de la Masacre de Tlatelolco. También fue responsable, como su sucesor Luis Echeverría Álvarez, de continuar la «guerra sucia» que prosiguió hasta 1990 contra los grupos de izquierda en México.
Para Roberto Gómez Bolaños, el mejor gobierno que ha tenido México fue el de su tío Gustavo Díaz Ordaz Bolaños, donde la paz social, lograda mediante la represión a la izquierda, permitió el enriquecimiento de los grandes empresarios y se requería un entretenimiento que perpetuaría las castas sociales, a la vez que hacía reír; eso fue lo que él aportó.